Monday, February 20, 2006

Desde adentro


Observa mis manos y dime qué ves: el hombre y su mirada de universo. Mujer sangrando versos y los dedos de cristal que se diluyen. Ir seccionando partes: fémur, costillas, piel, cuando del otro lado no sabemos quien nos habita. Me imagino isla separada del mar por otra isla, una punzada helada junto a esta naturaleza muerta de ojos pergamino y de tiempos sin memoria. El maleficio de parir incertidumbres, esa ovípara necesidad de ser fetiche incaico. El camino invoca esa agonía, el tramado final del apetito. ¿Adónde fuiste a morir, Milagros? Bebemos de la noche, de sus lunas de vino. Esa actitud de salir a besar fantasmas en una habitación desprovista de silencios.

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